sábado, 20 de junio de 2009

Quién es Darío Jaramillo

Poeta, novelista y ensayista colombiano nacido en Santa Rosa de Osos, Antioquia, en 1947.
Terminó el bachillerato en Medellín y posteriormente se graduó como abogado y economista en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Es el gran renovador de la poesía amorosa colombiana y uno de los mejores poetas de la segunda mitad del siglo XX de su país. Su obra poética se caracteriza por un marcado corte intimista. También se ha destacado como brillante narrador y ensayista.
Ha desempeñado importantes cargos culturales en organismos estatales y es miembro de los consejos de redacción de la revista "Golpe de Dados" y de la fundación particular "Simón y Lola Guberek" .
Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: "Historias" en 1974, "Tratado de retórica" "Premio nacional de poesía" 1978, "Poemas de amor" 1986, "Antología poética"
en 1991, "Cuánto silencio debajo de esta luna" en 1992, "Del ojo a la lengua" en 1995,
"Cantar por cantar" en 2001 y "Gatos" en 2005.

Darío Jaramillo - Poema

Se siente tu claridad
hasta en los ojos cerrados,
-presencia que no se ve-
acariciando los párpados.
Salinas

Aquí estoy acompañado de testigos tuyos
de pequeños hermosos testigos tuyos
acompañado un poco digo de tu ausencia
Es como tenerte en sueños
cada cosa tiene la forma exacta de tu distancia
mi mirada que te mira en sueños
en fin es como tenerte sin tenerte y teniéndote
en todo lo que oigo en todo lo que miro soñando o sueño mirando me confundo
cuando veo lo feliz que puedo estar contigo aunque tú no estés
y me hayas enviado tu ausencia a habitar en mis testigos tuyos
en mis pequeños hermosos testigos tuyos
De repente todo es tu voz que dice algo que dijiste hace días
y tu voz es la forma de tu ausencia tu voz
eres tú cuando te oigo en el sueño en que vivo ahora
que me envías tu ausencia a conversar
me pregunto a veces no en este instante que solo interrogo
a los testigos a los pequeños testigos tuyos
a veces me pregunto si con tu ausencia me envías noticias tuyas
que me llegan con retraso
pero no me importa porque ahora te siento tan nosotros
me siento tan tu cómplice
te siento tan mi cómplice
que soy el sueño que sueñan tus testigos cuando duermo y sueño que ellos duermen.

Darío Jaramillo - Venganza

Ahora tú, vuelta poema,
encasillada en versos que te nombran,
la hermosa, la innombrable, luminosa,
ahora tú, vuelta poema,
tu cuerpo, resplandor,
escarcha, desecho de palabra,
poema apenas tu cuerpo
prisionero en el poema,
vuelto versos que se leen en la sala,
tu cuerpo que es pasado
y es este poema
esta pobre venganza.

Darío Jaramillo

Apuro esta euforia,
como un vino escaso la apuro hasta sus más íntimos delirios.
Perfume preciso que aletea en la alcoba,
aroma de la expulsión de los demonios,
viento fresco el cuerpo del amor.
Ajeno a toda zozobra
me convierto en brizna de la nada entre el amor,
oh alegría, azúcar de mi noche.

Darío Jaramillo - Hola soledad

Bienvenida, vieja amiga, te creí ausente y aquí estabas escondida, confundida conmigo;
bienvenida, ahora que te veo, bienvenida a tu más propia casa, el latido de mi sangre,
a ti te acojo en el tiempo largo del poema, en el suave sueño, en el hormigueo
de mi mano izquierda,
báñate conmigo, una ducha caliente que golpee la espalda,
-ah, desnudos sí que tú y yo somos uno solo-,
préstame una de tus camisas blancas de algodón,
ven, tomemos café, sin azúcar: así lo bebo solamente contigo,
amiga, ladilla, sombra,
y fumemos viendo el cambio de color de la montaña, fúndete conmigo
para que pueda mirar cómo amanece,
ven cántame una canción, aguántame la risa de gozarte hasta el tuétano, generosa mía,
llévame así, apacible, a este o aquel libro, deja que te lea en voz alta y dime si te aburres,
vuélvete música, almohada; convierte, maga, tu sustancia en humo,
en el umbral de las visiones,
liba conmigo la euforia santa del silencio,
alucina, muchacha de mi vida, y cuenta tu cuento mientras yo, torpe, tomo tu dictado:
tacha siempre toda espera o esperanza,
que no sienta el tiempo,
y baila conmigo la danza de la sonrisa en el ojo de la mente
hasta caer, inesperadamente juntos, fulminados.

Darío Jaramillo

Ella vendrá,
volando o de golpe, como quieres,
o sigilosa y lenta:
serás tu corazón esperándola,
serás solamente una de tus vísceras,
serás tu estómago tratando de digerirla
o tu pulmón que la recibe mientras le dice adiós al aire.
Inexorable, por a o por bé
ella vendrá
la única segura,
ella vendrá intempestiva o anunciándose.
Tú la prefieres gentil: una noche te acuestas a dormir
y antes de amanecer, sin despertarte,
ella te abrazará para siempre.
Pero no sabes.
Al menos un avión que se desploma
no causa tantas molestias y esperas angustiosas.
Ella vendrá, tal vez haciéndose esperar, anunciándose.
Ella vendrá, a lo mejor intempestiva,
ella vendrá y entretanto
sin el cuándo y el cómo
cada vez está más cerca
en cada instante que transcurre
eres más y más de ella,
la segura.

Darío Jaramillo

Posees el gozo de su risa
pero debes saber que partirá.
Te inunda su alegría
te ilumina su rotunda carcajada
con una luz muy dulce,
pero no ignores que se irá.
Ella fluye,
ella es un líquido que detesta estancarse
ella es un pájaro que anida y emigra,
ella se irá.
Ella se irá y te dejará una marca de amor
que solamente curarás con su regreso efímero.
Entonces la verás de paso
y será como tropezar con el sol de la mañana
descubrir de nuevo su alegría,
nadar en ella
plácido
hasta un próximo encuentro inesperado.

Darío Jaramillo - Apariciones 1

No son carne o espíritu
tampoco son la confusa mezcla de ambos,
ni bestias ni ángeles
ni su desquiciado promedio.
Son destellos,
huecos de tiempo llenos de luz o sin ella,
galopes sobre la luna,
seres que invento y son mi vida,
entrevisiones del jardín sagrado,
formas de poesía,
milagros en metáfora de cuerpo,
metáfora incompleta sin tacto ni perfumes,
metáfora total, plenitud donde no existe el tiempo,
donde no existen los efímeros tactos y perfumes que están dentro del tiempo.

Darío Jaramillo - Amores imposibles 21

A estas alturas rodando
literalmente rodando
asumo mi destino,
araño cielos, tiento paraísos,
busco la clave que me traspase,
sin buscarla la busco,
la llave es un torso, un gesto,
la sonrisa de un amor imposible
o de otro amor imposible.
Los amores imposibles
-es tan evidente que siempre lo olvido-
son partes de ese mundo imposible
que es mi mundo verdadero.

Darío Jaramillo - Amores imposibles 11

Altar donde te invoco,
ara de ofrendas ante la mención de lo sagrado:
una pregunta, una mirada,
el vello suave de tu brazo izquierdo,
el miedo de que noten los otros que por ti me muero,
tu risa entre un silencio que sólo quiere oír tu risa,
Un viaje, una postal, este poema,
mi remoto amor imposible,
ahora te invoco,
ahora te invoco y vuelvo a embriagarme de un instante de cielo,
de mi más lejano amor imposible.

Darío Jaramillo - Amores imposibles 7

Todos los amores imposibles son eternos,
el tiempo no los toca
y no existen traiciones entre los amores imposibles.
Amo con toda intensidad, amo sin límites
a cada uno de mis amores imposibles.
A veces el olor del café trastoca el orden de los años
y voy a dar a la madrugada
de un resplandor que a mí me alumbra
o de pronto la voz de Janis Joplin
me ensarta en una noche cítrica,
de alambre,
la noche del hechizo,
puede ser una forma precisa de mecerse el viento entre los árboles
y la danza del cuerpo,
la eterna danza de un cuerpo eterno
entre la eterna danza de la brisa.
Los eternos amores imposibles
no se tocan, no se cruzan, no pueden verse entre sí,
no existen los celos entre los amores imposibles,
son perfectos los amores imposibles.

Darío Jaramillo - Amores imposibles 3

Un día en la penumbra te enamoras de tu amor imposible.
Una breve charla, si acaso una mirada, una sonrisa leve,
un levísimo guiño inolvidable
y cae el azul entero de cielo sobre tu alma
y desfalleces de la dicha,
llueve la luz en tus adentros.
Sabes que es un amor imposible.
Sabes que no hay manera de cruzar una vida con la otra,
que, acaso, fue una fortuna que un día tocaras a tu amor imposible.
Pero también sabes que es imposible tu amor,
que no lo verás más,
que el amor que le tienes a tu amor imposible
no necesita a tu amor imposible,
que amas a una quimera que un día se encarnó debajo de la piel
más lejana y que más amas.

Darío Jaramillo - Amores imposibles 1

Entre el amor imposible y la presencia de la muerte
transcurre el día.
¿Se detiene el corazón o explota?
El olor de la clínica me trae las preguntas:
¿Me licuaré por dentro? ¿Me aferraré a la vida
o dejaré sereno que el fin llegue?
El amor absoluto es el amor imposible,
este feliz amor en que te invoco obsesivo
y tú ni me recuerdas.
Este amor imposible es la manera como la muerte
se apodera de mí por la mañana.

Darío Jaramillo - Poema de amor 13

Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese froto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro de ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.


De Poemas de amor,1986

Darío Jaramillo - Poema de amor 12

Todo tuyo siempre todavía.
Tuyo todo por siempre hasta hoy y luego,
tuyo siempre porque para ser lo necesito,
siempre todo tuyo,
siempre aunque siempre nunca sea,
todo íntegro tuyo siempre y hasta ahora
más el próximo nuevo instante cada vez.
Con todo el tiempo el mundo a nuestro alcance,
todo el tiempo del mundo que es igual a la próxima noche,
todo tuyo siempre todavía.
Seguro de sobrevivir mañana tuyo,
siempre tuyo desde hoy en cada mañana de mañana.
Enamorado de ti, siempre y ahora, sin recuerdos,
en presente siempre amándote,
eternamente tuyo,
todo tuyo siempre todavía.


De Poemas de amor, 1986

Darío Jaramillo - Poema de amor 8

Tu lengua, tu sabia lengua que inventa mi piel,
tu lengua de fuego que me incendia,
tu lengua que crea el instante de demencia, el delirio del cuerpo enamorado,
tu lengua, látigo sagrado, brasa dulce,
invocación de los incendios que me saca de mí, que me transforma,
tu lengua de carne sin pudores,
tu lengua de entrega que me demanda todo, tu muy mía lengua,
tu bella lengua que electriza mis labios, que vuelve tuyo mi cuerpo por ti purificado,
tu lengua que me explora y me descubre,
tu hermosa lengua que también sabe decir que me ama.

De Poemas de amor, 1986

Darío Jaramillo - Poema de amor 7

Alabanza de mi noche blanca,
supresión de los abismos de mi corazón,
aniquiladora de mis momentos atroces.
Benditas tu caricia y tu palabra, Señora de la Apacible Ronda,
muchacha mía que detesta llorar por la mañana,
muchacha que habla a solas por la casa y ríe.
Ola frágil, bajo mi cuerpo ardiente tu cuerpo mío se calcina en un delirio de luz
y entonces somos una sola sustancia.
Flor de mis jadeos y mis éxtasis, tú, la callada, con tu mano en mi pecho
diciéndome la claridad calladamente,
permitiéndole al tiempo transcurrir sobre nosotros sin rozarnos,
nosotros, juntos, los eternos.

De Poemas de amor, 1986

Darío Jaramillo - Poema de amor 5

Atolondrado y confuso,
demasiado lleno de ruidos,
sin centro ni reposo,
desconectado del otro lado de la piel,
aturdido por el interminable crujir de este corazón
-tierra cuarteada, ceniza gris en el pecho-,
así pasan estas noches de calor y duermevela,
estas noches en que no estoy contigo.

De Poemas de amor, 1986

Darío Jaramillo - Poema de amor 3

Yo huelo a ti.
Me persigue tu olor, me persigue y me posee.
No es este olor un perfume sobrepuesto sobre ti,
no es el aroma que llevas como una prenda más:
es tu olor más esencial, tu halo único.
Y cuando, ausente, mi vacío te convoca,
una ráfaga de ese aliento me llega del lugar más tierno de la noche.
Yo huelo a ti
y tu olor me impregna después de estar juntos en el lecho,
y ese fino aroma me alimenta,
y ese aliento esencial me sustituye.
Yo huelo a ti.


De Poemas de amor,1986

Quién es Víctor Gaviria

Nació en Medellín, Antioquia, en 1955. Es director de cine, guionista, poeta y cronista. Son reconocidos sus largometrajes Rodrigo D. No futuro, La vendedora de rosas y Sumas y restas. Ha publicado: La luna y la ducha fría (1980), Con los que viajo sueño (1980),El campo al fin de cuentas no es tan verde (poesía y crónica 1983), El pulso del cartógrafo (poesía y crónica, 1986), Los días del olvidadizo(1988), El peladito que no duró nada (crónica periodística,1993) y El rey de los espantos (1993). Fue ganador del Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus en 1978 y del Premio Nacional Universidad de Antioquia en 1979. Es uno de los cineastas colombianos más reconocidos internacionalmente. Sus tres largometrajes han ganado numerosos premios internacionales e incluso dos de ellos fueron parte de la selección oficial del Festival de Cannes. En su obra Víctor Gaviria es reconocido por reflejar la realidad social de su país.

viernes, 19 de junio de 2009

Víctor Gaviria - La muerte

Que el hijo sea anterior al padre,

que salir primero que entrar,

que al día no siga la noche sino el resplandor

de un cielo más diurno que el alba,

que lo pequeño al acercarse se haga más pequeño,

como el dolor y la sublime tristeza de olvidar,

que en el fondo del cajón esté el aroma del nacimiento,

que la pared sea más transparente que la puerta

y la madera más vieja que la piedra,

que los objetos perdidos, mi padre y el zumbido

de su respiración den órbitas

en el aire de este desorden universal de mi cuarto encerrado,

que lo perdido sea anterior a lo hallado

y el beso anterior al amor.

Víctor Gaviria - Comuna nororiental

En estas laderas no hay religión posible.
Hay algunas iglesias dispersas
con techos baratos que libran de la lluvia,
y a veces del barullo de las voces de miles de personas
que aturden peor que una máquina.
Los santos son sólo estatuas que no inspiran
ni la huella de un recuerdo piadoso.
Están más muertos que las piedras,
más muertos que los antiguos ladrones
de quienes nadie se acuerda…

Aquí sólo están ellos, los muchachos, los hijos.

Hay también rebaños de jovencitas
que suben y bajan desde los colegios
que buscan temblando las heladerías,
que atraviesan los parques sofocadas con sus carnes
tan dulces,
y que al fin se llegan a las cañadas y a los baldíos
para ser sacrificadas.
No les interesa oír palabras ni promesas,
sólo quieren ser sacrificadas,
como la comida que es alabada y degustada,
y luego ya no está sobre la mesa, luego ya descansa
de existir…

Víctor Gaviria - Comuna nororiental

En estas laderas no hay religión posible.
Hay algunas iglesias dispersas
con techos baratos que libran de la lluvia,
y a veces del barullo de las voces de miles de personas
que aturden peor que una máquina.
Los santos son sólo estatuas que no inspiran
ni la huella de un recuerdo piadoso.
Están más muertos que las piedras,
más muertos que los antiguos ladrones
de quienes nadie se acuerda…

Aquí sólo están ellos, los muchachos, los hijos.

Hay también rebaños de jovencitas
que suben y bajan desde los colegios
que buscan temblando las heladerías,
que atraviesan los parques sofocadas con sus carnes
tan dulces,
y que al fin se llegan a las cañadas y a los baldíos
para ser sacrificadas.
No les interesa oír palabras ni promesas,
sólo quieren ser sacrificadas,
como la comida que es alabada y degustada,
y luego ya no está sobre la mesa, luego ya descansa
de existir…

Víctor Gaviria - Hay hombres que ven a las mujeres

Hay hombres que ven a las mujeres
tienen algún detalle hermoso y nítido,
pero, como en una borrosa fotografía,
no les sirve de nada...
No tienen el aire del que parte mañana,
ni del que hoy mismo acaba de llegar,
no están nerviosos, inseguros,
sino quietos,
transparentes como una rama bajo el agua.
Son las imágenes de los árboles
reflejadas en la alberca del fondo de la casa,
que reverdecen en la tarde,
y darán frutos desnudos algún día.

Víctor Gaviria - A mis amigos adolescentes

Ustedes me hablaban del diciembre como sólo
los adolescentes saben hacerlo.
Ustedes que saben el valor de los meses,
que saben de las alegrías y el sufrimiento
de los meses.
Ustedes que saben de cosas perdidas, de familias rotas
y adultos extraviados por la desgracia.
Ustedes, mi más pura rama
de mi árbol de navidad,
que saben como nadie de regalos y vitrinas,
del minuto y del instante,
de la apariencia de estar bellos,
de la apariencia de estar vivos como una ilusión...
Ustedes que tuvieron por madre una campesina
pobre y coqueta,
que no quiso estar sola en sus brazos,
ustedes fueron su verdadero amor, sus novios
verdaderos,
desprendidos y generosos como ya ningún amante
puede serlo...
Ustedes, que estuvieron afuera, en el mundo
de los aparecidos,
sí saben el sentido de los rostros, las muecas
de los rostros y las máscaras invertidas
que dicen sí cuando es no.
Ustedes sí saben del día de los inocentes,
y del día de los engañados,
y de la noche negra de los adolescentes que se persiguen
a sí mismos como Asesinos.

Víctor Gaviria - Retrato 1999

Estos son el padre y sus dos
hijos: un retrato de familia que parece
una rama sobre una mesa de noche.
El niño de tres años va todo el día de un piso
a otro, subiendo y bajando las escaleras,
con un libro de cuentos en los brazos,
sin nada que hacer, ignorante de juegos,
pegado a él como a una tablilla
de salvación... Mi hija de seis años con su
monedera de cachirí, regalo de una fiesta,
en donde guarda sus monedas de cobre
que parecen el cielo que cambia de ánimo
a lo largo del día: luz dorada de la moneda
valiosa de mil pesos, pálida luz de la monedilla
que no suma nada para el Tesoro...
Monedas y libros,
cuentos con láminas donde vivir y dinero
que se busca como si fuera el verdadero amor,
fotos del padre que da vueltas por la casa
sin estar quieto para el retrato...

De La mañana del tiempo (2003)

Víctor Gaviria - La novia que no duerme

Hay muchas clases de reinos.
Entre los más pobres hay algunos que superan a los demás
en pobreza, llevan con una alegría inusual su saco y su
sombrero agujereados,
su espíritu a prueba de todo resplandece
con el simple paso del tiempo…
Pero tú eres la reina que no duerme,
la que permanece en la cama con los ojos abiertos,
la reina del gato que sube el muro, luego el techo
de tejas oscuras,
la reina del árbol de mandarinas que se mece
a la medianoche,
la que oye caer las mandarinas maduras como si alguien
caminara en el solar,
cuando no es nadie sino los ruidos de la noche,
los ruidos del cuelo que no duerme,
porque el Tiempo lo inquieta,
como a ti,
novia de la pregunta sin respuesta.


Víctor Gaviria, Antología poética 1978-2003, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2006, 174 páginas.

Víctor Gaviria - Debería escribir mis poemas...

Debería escribir mis poemas para los que vienen
después, para que ellos vean mis huellas
inscritas en el humo de la neblina, si así
puede decirse del pensamiento que toca
la cabeza de una persona.
Pero mis poemas me dan sustos en el día, me
sobresaltan como deudas olvidadas que prometí pagar.
Me abordan en cualquier cruce como una manada
de fantasmas chiquillos,
con las caras sin hacer todavía.
Son una masa confusa de niños muertos,
sus ojos, sus matas de pelo,
sus bellas manos delicadas que tienden hacia mí
para llevarme y mostrarme algún lugar.
Sólo que ellos han crecido solos
y el aire ha descompuesto sus cuerpos.
Soy un padre indeciso,
un padre con hijos tenues como el humo,
como fantasmas de una sola mano pequeña
que quiere saludarme.
Levanto mi sombrero para responderles,
y mi cabeza se deslíe como una frase de tinta…

jueves, 18 de junio de 2009

Quién es Gonzalo Rojas

Poeta chileno nacido en Lebú, Arauco, en 1917. Estudió Derecho y Literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Fue profesor de Estética Literaria y Jefe del Departamento de Castellano en la Universidad de Concepción. Ejerció la docencia en Utah, EE.UU., Alemania y Venezuela. Organizó a partir de 1958 los famosos Congresos de Escritores en Concepción, reuniendo lo más selecto de la literatura latinoamericana. Fue diplomático en China y Cuba. Perteneció al grupo surrealista reunido en torno a la Revista Mandrágora, 1938 - 1943.
Ha recibido numerosos premios internacionales entre los que se cuentan: Premio Sociedad de Escritores de Chile por «Poesía Inédita» 1946, Premio Reina Sofía de poesía de España, Premio Octavio Paz de México y José Hernández de Argentina, además del Premio Nacional de Literatura de Chile en 1992 y del Premio Cervantes de Literatura 2003.

Gonzalo Rojas - Retrato de mujer

Siempre estará la noche, mujer, para mirarte cara a cara,
sola en tu espejo, libre de marido, desnuda
con la exacta y terrible realidad del gran vértigo
que te destruye. Siempre vas a tener tu noche y tu cuchillo,
y el frívolo teléfono para escuchar mi adiós de un solo tajo.

Te juré no escribirte; por eso estoy llamándote en el aire
para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada,
sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo
que nunca me oyes, eso que nunca me entiendes nunca,
aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo.

Ponte el vestido rojo que le viene a tu boca y a tu sangre,
y quémame en el último cigarrillo del miedo
al gran amor, y vete descalza por el aire que viniste
con la herida visible de tu belleza. Lástima
de la que llora y llora en la tormenta.

No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago
tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,
una nariz de arcángel y una boca de animal, y una sonrisa
que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela en tu frente,
mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.

Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma,
y te quedas como inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo
de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás
conmigo. Aquí mujer, te dejo tu figura.

Gonzalo Rojas - ¿Qué se ama cuando se ama?

¿Qué se ama cuando se ama?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: ¿amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Gonzalo Rojas - Pareja humana

Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo
lirio tronchado
cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan
en su blancura última, dos pétalos de nieve
y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos
y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos
en la luz sanguinaria de los desnudos:
un volcán
que empieza lentamente a hundirse.

Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas
encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:
la eternidad así del beso, el instante
concupiscente, la puerta de los locos,
así el así de todo después del paraíso:
-Dios,
ábrenos de una vez.

Gonzalo Rojas - Oscuridad hermosa

Anoche te he tocado y te he sentido
sin que mi mano huyera más allá de mi mano,
sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído:
de un modo casi humano
te he sentido.

Palpitante,
no sé si como sangre o como nube
errante,
por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube,
oscuridad que baja, corriste, centelleante.

Corriste por mi casa de madera
sus ventanas abriste
y te sentí latir la noche entera,
hija de los abismos, silenciosa,
guerrera, tan terrible, tan hermosa
que todo cuanto existe,
para mí, sin tu llama, no existiera.

Gonzalo Rojas - Orquídea en el gentío

Orquídea en el gentío
Bonito el color del pelo de esta señorita, bonito el olor
a abeja de su zumbido, bonita la calle,
bonitos los pies de lujo bajo los dos
zapatos áureos, bonito el maquillaje
de las pestañas a las uñas, lo fluvial
de sus arterias espléndidas, bonita la physis
y la metaphysis de la ondulación, bonito el metro
setenta de la armazón, bonito el pacto
entre hueso y piel, bonito el volumen
de la madre que la urdió flexible y la
durmió esos nueve meses, bonito el ocio
animal que anda en ella

Gonzalo Rojas - Los cómplices

Te decía en la carta
que juntar cuatro versos
no era tener el pasaporte a la felicidad
imbrado en el bolsillo,
y otras cosas más o menos serias
como dándote a entender
que desde antiguamente soy tu cómplice
cuando bajas a los arsenales de la noche
y pones toda tu alma
y la respiración
perfectamente controlada,
por mantener en pie tus rebeliones
tus milicias secretas
a costa de ese tiempo perdido
en comerte las uñas, en mantener a raya
tus palpitaciones,
en golpearte el pecho por los malos sueños,
y no sé cuántas cosas más
que, francamente, te gastan la salud
cuando en el fondo
sabes que estoy contigo
aunque no te vea
ni tome desayuno en tu mesa
ni mi cabeza amanezca en tu pecho
como un niño con frío,
y eso no necesita escribirse.

Gonzalo Rojas - Fax con ventolera

Fax con ventolera
y una rosa, hoy
salió de esto Rojas
-Gonzalo como le pusieron en el agua-, iba solo, no hay
epitafio que escribir en cuanto a su suerte, ni
cuerpo que respirar, escasamente
se dirá de él que vino
rápido y ha salido,
que ya no está entonces, que
no hay estrellas para él, que carnalmente
va encima del vidrio que lo encarcela una rosa
a modo de instrumento de perdición, que ha salido
y eso es todo.

Gonzalo Rojas - Desde mi infancia vengo mirándolas, oliéndolas...

Desde mi infancia vengo mirándolas, oliéndolas,
gustándolas, palpándolas, oyéndolas llorar,
reír, dormir, vivir;
fealdad y belleza devorándose, azote
del planeta, una ráfaga
de arcángel y de hiena
que nos alumbra y enamora,
y nos trastorna al mediodía, al golpe
de un íntimo y riente chorro ardiente.

Gonzalo Rojas - Del sentido

Muslo lo que toco, muslo
y pétalo de mujer el día, muslo
lo blanco de lo traslúcido, U
y más U, y más y más U lo último
debajo de lo último, labio
el muslo en su latido
nupcial, y ojo
el muslo de verlo todo, y Hado,
sobre todo Hado de nacer, piedra
de no morir, muslo:
leopardo tembloroso.

Gonzalo Rojas - Código del obseso

1) Busco un pelo; entre lo innumerable de este Mundo
busco un pelo
disperso en la quebrazón, longilíneo
de doncellez correspondiente a grande figura
de muchacha grande, pies
castísimos con uñas pintadas
por el rey, airosos los muslos
de la esbeltez dual, en ascenso
más bien secreto, de pubis
a axila, a cabellera
torrencial tras lo animal del número
ronco de ser, busco un pelo
2) espléndido de mujer
espléndida, clásica,
músico
de tacto preferiblemente intrépido
de Boticelli, áureo
y corrupto de exactitud, castaño
de fulgor, finísimo, de alto a
bajo busco un pelo
3) unigénito, seco de aroma,
entre el aire y el descaro
del aire, ni rey
a remolque de esta invención, ni tamaña concubina
venusina, flaco
y cínico:
-Galaxias
no me quiten el sol. Pajar del cielo:
lo que busco es un pelo.

Gonzalo Rojas - Cítara mía, hermosa...

Cítara mía, hermosa
muchacha tantas veces gozada en mis festines
carnales y frutales, cantemos hoy para los ángeles,
toquemos para Dios este arrebato velocísimo,
desnudémonos ya, metámonos adentro
del beso más furioso,
porque el cielo nos mira y se complace
en nuestra libertad de animales desnudos.
Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros para que de ellos mane
la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes olorosas,
único cielo que conozco, permíteme
recorrerte y tocarte como un nuevo David todas la cuerdas,
para que el mismo Dios vaya con mi semilla
como un latido múltiple por tus venas preciosas
y te estalle en los pechos de mármol y destruya
tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza
de la vida mortal.

Gonzalo Rojas - Carta del suicida

Juro que esta mujer me ha partido los sesos,
Porque ella sale y entra como una bala loca,
Y abre mis parietales y nunca cicatriza,
Así sople el verano o el invierno,
Así viva feliz sentado sobre el triunfo
Y el estomago lleno, como un cóndor saciado,
Así padezca el látigo del hambre,
así me acueste
O me levante, y me hunda de cabeza en el día
Como una piedra bajo la corriente cambiante.

Así toque mi citara para engañarme, así
Se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas,
Marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen
Unas sobre otras hasta consumirse.

Juro que ella perdura porque ella sale y entra
Como una bala loca,
Me sigue a donde voy y me sirve de hada.

Gonzalo Rojas - Asma es amor

A Hilda, mi centaura

Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.

Gonzalo Rojas - Al silencio

Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.

Gonzalo Rojas - Acorde clásico

Nace de nadie el ritmo, lo echan desnudo y llorando
como el mar, lo mecen las estrellas, se adelgaza
para pasar por el latido precioso
de la sangre, fluye, fulgura
en el mármol de las muchachas, sube
en la majestad de los templos, arde en el número
aciago de las agujas, dice noviembre
detrás de las cortinas, parpadea
en esta página.

Quién es Ernesto Cardenal

Nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Escribió su primer poema con tan sólo siete años. En 1935 ingresa en el Colegio Centroamérica de los Jesuitas en Granada donde completa sus estudios de bachillerato. Más tarde viaja a México e ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicando ya sus primeros poemas en algunas revistas mejicanas. En 1947 obtiene la licenciatura y entre 1948 y 1949 estudia Literatura Norteamericana en la Universidad de Columbia (Nueva York) donde termina doctorándose. De mediados del 1949 a mediados de 1950 viaja por Europa (París, España, Italia) para regresar este mismo año a Nicaragua. Pasó un largo periodo de tiempo en un monasterio trapense de Kentucky, Estados Unidos, se ordenó sacerdote (1965) y creó en su país la abadía de Solentiname, poderoso foco de la revolución de la vida cultural y religiosa americana. En 1952 Su poema "Con Walker en Nicaragua" gana el premio del Managua Centenary. Ese mismo año fundó una pequeña editorial de poesía, "El hilo azul", en la que publica el trabajo de varios poetas. También regenta junto con su amigo Urtecho una librería selecta, que era un lugar de reunión y tertulia para poetas y opositores al régimen de Somoza.
Combatió contra la dictadura del general Anastasio Somoza, siendo nombrado en 1979 ministro de Cultura por el régimen sandinista.
Se puede destacar entre sus obras: Epigramas (1961), Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), que contiene algunos de los poemas más intensos de Cardenal, El estrecho dudoso (1966) y Homenaje a los indios americanos (1969), donde se observa una influencia clara de la poesía de la Beat generation. Cardenal une el lenguaje místico con el épico, los problemas del proletariado de su pueblo con la magia de lo cotidiano; la ironía con la intensidad de la vida moderna.
Sus últimos libros editados han sido "Telescopio en la noche oscura" (1983), "Quetzatcóatl" (1985), "Cántico cósmico" (1989), un extenso poema de 600 páginas y que ha sido traducido al inglés, alemán y portugués. Recientemente ha publicado lo que hasta el momento constituye su última obra: "Vida perdida" (1999).
Fuera del ámbito hispanohablante, Cardenal es bastante conocido, gracias sobre todo a la difusión en inglés de su obra, realizada por el poeta y traductor John Lyons.

Ernesto Cardenal - De Epigramas

Si tú estás en
Nueva York

En Nueva York
no hay nadie más

Y si no estás
en Nueva York

en Nueva York
no hay nadie

Ernesto Cardenal - De Epigramas

Se oyeron
unos tiros anoche

Se oyeron
del lado del cementerio.

Nadie sabe a
quien mataron,
o los mataron.
Nadie sabe nada.

Se oyeron unos tiros
anoche.

Eso es todo.

Ernesto Cardenal - De Epigramas

Nuestro amor
nació en mayo
con malinches en flor
—Cuando están en flor
los malinches en Managua—.
Sólo ese mes
dan flores:
en los demás
dan vainas
pero los malinches
volverán a florecer
en mayo
y el amor
que se fue
ya no volverá
otra vez.

Ernesto Cardenal - De Epigramas

La persona
más proxima
a mí

eres tú
a la que
sin embargo

no veo
hace tanto tiempo

más que en sueños.

Ernesto Cardenal - De Epigramas

¿Has oído
gritar de noche
al oso-caballo

oo-oo-oo-oo

o al coyote
solo en la noche
de luna

uuuuuuuuuuuuuú?

pues eso mismo
son estos versos.

Ernesto Cardenal - De Epigramas

Cuando los dorados
corteses florecieron

nosotros dos
estábamos enamorados

todavía
tienen flores
los corteses

y nosotros
ya somos
dos extraños

Ernesto Cardenal - De Epigramas

Como canta de noche
la esquirina

al esquirín
que está sobre otra
rama

“esquirín,

si querés que vaya, iré

si querés que vaya, iré;

y a su rama la llama
el esquirín:

Esquirina,

Si querés venir,
vení

Si querés venir,
vení”,

y cuando ella
se va donde él está

el esquirín se va
para otra rama:

así te llamo
yo a ti,

y tú te vas

Así te llamo a ti,

y tu te vas

Quién es Clemencia Tariffa

Clemencia Tariffa nació en Codazzi, Colombia en 1959. A los ocho años fue llevada por su madre a vivir al puerto de Santa Marta. En 1987 Juan Carlos Vives Menotti le publicó su libro El ojo de la noche, libro de precioso corte erótico difícilmente superable en nuestro país. Obtuvo en 1994 el Premio Latinoamericano de Poesía Koeyú, Caracas, y el Premio de Poesía del Instituto de Cultura del Cesar.
Cuartel, Ediciones Exilio, 2006, es su segundo y último libro ya que su deteriorada salud psíquica y física no le permite escribir más. Desde hace varios años vive recluida en una clínica mental de Santa Marta.

Clemencia Tariffa - Quiero

Quiero un decreto inocente
con palabras llenas de azúcar.
Quiero un amante menos letrado
que bese mi espalda,
mi ombligo y mi trenza.
Quiero un país amando la hierba.
Claro que si hay otra imagen
-digo al hablar dormida-
quiero despertar en su poesía
o en su alma velluda.

Clemencia Tariffa - Cuartel

Yo no puedo pedir
un aro de Saturno para mi delgado puño
ni una cinta de agua
para amarrar tristezas.
En cambio,
sí puedo ofrecer
la excitante abertura
que centra mis labios

Clemencia Tariffa - Junio

Nosotros no fuimos artistas de cafetería
Necesitábamos más espacio
para crear nuestra poesía,
de cuarto barato y sin velas
o de cuerpos untuosos en la arena.
Hace tanto ahora
y junio palabreando continúa.

Clemencia Tariffa - Velada

¡Hermosa luna de volcanes!
Esta noche no tiene luna
sin embargo
escribo y hablo
a la sombra
que ocupa su lugar.
¡Dulce luna de azúcar!
cubre tu rostro
con un velo seguro
porque de noche
salen los niños
sobre hormigas doradas
y creerán tener derecho
sobre ti.
¡Cóncava luna de agua!
yo estoy aquí
en una patria infiel
en la mira de tus ojos
en un mecedor azul
triste y desnuda
cantando
frente al espejo.

Clemencia Tariffa - Carta de la ansiedad

Señora:
Cómo haría para decirle
que cuando usted está a mi lado
yo quisiera gritarle
que de su marido estoy enamorada
y los instintos me van devorando.

Señora:
Por su marido me detuve en dulce sueño
para convertirme por momento en fiera.
Mas no se preocupe señora:
él ni siquiera lo sabe.
Y yo soy incapaz de insinuarle,
fue la musa de Shakespeare
la que amablemente estuvo enamorada.

¡Ay señora de canción común!
Cómo le diría sin ofenderla
que usted ya no me inspira respeto
ni cuando la miro besando a… su marido;
yo solo aspiro a ser ladrona
en ese rico trigal del que usted es dueña
-y desde hace rato compró-
Pero si deja de cuidarlo
robaré limpiamente su más dorado grano.
En mí el resentimiento se va hinchando.

Eso sí.
No se asuste mi señora
si las campanas cambiaron de tono,
que no es mi corazón el que está repicando,
solamente las agujas que ya no soportan el silencio
y por eso quieren salir del pecho.

Disculpe usted, señora.

Clemencia Tariffa - Vacío

En las noches
de mis días,
maullando,
mendigo
un trocito de luna.

¿Y qué he conseguido?

Quién es Deborah Vukusic

Deborah Vukusic (Croacia, 1978) Mitad gallega y mitad croata, escritora y actriz, ha publicado uno de los libros de poemas estéticamente más originales y temáticamente más desgarradores de los últimos tiempos: Guerra de Identidad (Ediciones Baile del Sol. Colección DelEste), donde recuerda su infancia y adolescencia, su relación con sus padres y sus abuelos, los efectos que ha tenido en ella la guerra en la ex Yugoslavia y donde parece preguntarse quién es y qué debe a todo lo vivido. También ha publicado: Cuaderno de Batallas, ed. baile del sol; y Perversiones y Ternuras, (ed.) baile del sol. Aparece también en la antología: La manera de agarrarse el pelo: generación bloguer de David González (ed.) en la editora Bartleby.

Deborah Vukusic

me llamo déborah vukušić
y mi nombre es una cruz
cada vez que preguntan de dónde vengo
se rompe el armisticio
cada paso que doy
puede activar la guerra
cada persona que conozco
puede herirme
cada día
temo la batalla
como temo los espejos
cada día
y siempre es del mismo modo
siempre es igual
estoy dual / mezclada / dividida
así que no dejaré de cantar
cantaré nuevos fragmentos de mis dos mitades
sin salvavidas y sin colchón
repito
sin salvavidas y sin colchón
cantar es lo único que me puede llevar
al silencio
definitivo
nunca más salvaré personas
que no deben ser salvadas
eso sí
esta vez
tampoco tendré piedad conmigo


De “Cuaderno de batallas” (2ªed. Guerra de identidad)

Deborah Vukusic

llamé al perro de la noche
le dije que me llevara lejos
me clavó los colmillos en un motel
olvidado hasta de la mano del diablo
y entre los pinos me desgarró
después estuve aullando durante siglos
o noches eternas que son lo mismo
quítame los guantes
y sácame a bailar, le dije
él sólo sonrió de medio lado
y lo supe entonces
nada sería igual
sabía que me pondría un vestido ajustado
y bailaría cuando no sonara la música
que reiría en mi rabia y escupiría al amor
ahora quiero
cortarme el pelo a trasquilones
asexuarme de tal modo
que no me desvirguen el sentimiento
comportarme mal unos años
sin que nadie me lo reproche


(De Perversiones y Ternuras)

Deborah Vukusic

cicatrices en la boca
los tendones arrancados
diez abortos cada noche
destronadas las palabras
te miro callo te escucho
abro los brazos te espero
haciendo guardia te admiro
vacía de todo yo
te persigo entre las sombras

Deborah Vukusic

juego al ajedrez con el tiempo
primer ministro de la muerte
mi rey negro tiene tu belleza
te protejo
de su caballo blanco y su torre de locura
te protejo porque soy tu reina

Deborah Vukusic

querido heterónimo
nuestra historia
es como estar dentro de un sueño erótico
siempre despierto fiel pero excitada
necesitamos cazar ser cazados
el amor implica el máximo peligro
de destrucción
saco fuerzas de la exasperación
todo se hace difícil
sin tu olor
soy manos que se pierden en la bruma
y deseo acariciarte hasta que ardas
cárgate conmigo las baterías de deseo
bésame de nuevo, anda
lubrícame

Quién es Pedro Casariego Córdoba

Pedro Casariego Córdoba (Pe Cas Cor, Madrid, 1955-1993), poeta y más tarde también pintor, se dedicó a la escritura entre 1974 y 1986. En 1989 contrajo matrimonio con Ana Ruiz de la Prada, y desde entonces, en los periodos en los que se sintió capaz, comenzó a producir su obra pictórica, llegando a superar el centenar de lienzos, algunos completamente independientes y otros incluidos en series, como la de las Manos, la de los Monstruos, la de las Mesas y la de los Muebles. El 6 de enero de 1993, concebido como regalo a su hija Julieta, terminó Pernambuco, el elefante blanco, cuento ilustrado con el que dio por finalizada su obra gráfica y escrita. Dos días después, se suicidó.

Pedro Casariego Córdoba

Mis labios
como dóciles
ruidosas segadoras rojas
que piden un relincho
de gasolina
porque besarte
es cortar hierba
hierba
hierba
olor a hierba
olor a hierba
recién cortada.


Mi cuerpo
hervidero de hierba
helada
para enseñar anatomía
y botánica
y mi cuerpo
enseñanza
hierba que nadie recoge
hierba que el viento pisa
hierba que se hace suela
de mil zapatos vacíos.


Tu cama
fría y pedregosa
es el lecho de un río:
Eres río
eres río que llora
bajo mis abrazos de madera
madera que flota
madera que no sabe penetrar
eres río
eres río que se desborda
eres río y en mis labios
en mis labios desembocas.

1977 (Son tres poemas de una serie que incluye uno o dos más)

Pedro Casariego Córdoba

Ayúdame
soy un cristo que no tiene cruz
soy un cristo de crucigrama
ayúdame
tú la espina más remota
tú sueño que se desmaya
tú pequeña niebla de piel
tú que no mereces ser el cepillo de dientes de María Magdalena
tú puedes ayudarme
tú puedes ayudarme complicándome la vida
complícame la vida
complícamela
tú que árida siempre te alejas
dame abrazo y herida
dame abrazo y herida para tener abrazo

tú que no existes
sólo tú puedes

1980

Pedro Casariego Córdoba - Agua del tiempo

Agua del tiempo
qué poco tiempo me queda
un vaso de minutos
una jarra casi vacía
un vaso lleno de nada

antes de adiós quiero
una boca de amor
una estrella de ojos
todo lejos de espadas

pronto mataré
muy pronto
mataré esquinas de cielo
con mi guadaña de tierra

agua del tiempo
qué poco tiempo me queda