Quiero un decreto inocente
con palabras llenas de azúcar.
Quiero un amante menos letrado
que bese mi espalda,
mi ombligo y mi trenza.
Quiero un país amando la hierba.
Claro que si hay otra imagen
-digo al hablar dormida-
quiero despertar en su poesía
o en su alma velluda.
jueves, 18 de junio de 2009
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